Teoría del caos, efecto mariposa
En el viejo reino el cóctel era explosivo: ausencia de reformas económicas, inmigración desordenada, impuestos confiscatorios que provocaban la aparición de economía sumergida, un gigantesco gasto público favorecido por la multiplicación de administraciones públicas, atendidas por un infinito número de funcionarioscreadores de una burocracia de supervivencia que en nada beneficiaban a los trabajadores, una ingente cantidad de cargos públicos onerosamente retribuidos cuya única función conocida era la de esquilmar el erario público, gastos suntuarios sin cuento, vehículos oficiales a disposición de cualquier mindundi... El cuerno de la abundancia derrochaba sin contención, mientras los dilapidadores, perdón, quise decir gobernantes, soñaban que la riqueza de la nación era ilimitada.
A todo este derroche se sumaba la mala administración, pues se observaba claramente que se gastaba el dinero en gastos innecesarios, en colocar amiguetes, en subvencionar estupideces sin cuento (mapas genéticos de la lenteja, mapas del clítoris y los labios menores, a los homosexuales de no se sabe qué país africano, asociaciones de memoria histórica y 1 BILLON de gilipolleces más), otros servicios del estado carecían de lo más esencial: las tropas destinadas en tierras remotas viajaban en carros sin la protección adecuada,
las fuerzas de orden público estaban mal pagadas y peor dotadas (las policías autonómicas y municipales, sin apenas competencias gozaban de muy buenas retribuciones), hasta el punto que sufrían restricciones en el carburante de los vehículos de patrullaje, los hospitales carecían del número de personal adecuado (aunque es verdad que su productividad era baja, que para eso eran funcionarios) y de los medios necesarios...
Es decir, que todo el caudal de riqueza generado en las épocas de bonanza se gastó en lujos, mientras los servicios necesarios del estado quedaron desatendidos.
Con ser tan grave el panorama económico, peor era la crisis política, pues las diferentes autonosuyas jamás contemplaban el bien del conjunto de la nación, velando exclusivamente por sus intereses locales, provocando la fragmentación y la disgregación del viejo reino.
Y llegó la crisis. Primero fueron leves pero significativos síntomas de desaceleración económica, contumazmente negados por los desgobernantes con datos amañados,
a los que se unió una gran crisis finaciera internacional, que se dijo nunca afectaría a la economía del viejos reino. El pueblo, desgraciadamente, prefirió ignorar la realidad y creyó a los que le mentían desvergonzadamente antes que a aquellos que le advertían de la debacle que se avecinaba, mofándose de ellos y vejándolos con epítetos como "agoreros" y "antipatriotas".
Entidades financieras de todas las naciones sufrieron la bancarrota, y otras muchas fueron salvadas con ayudas públicas, el comercio internacional sufrió una gran desaceleración y un sinnúmero de compañías vieron deterioradas sus cuentas. El paro creció en todos los países, pero en el viejo reino se multiplicó de tal forma que generaba más de la mitad de los parados del continente, como consecuencia del cierre de incontables compañías y comercios.
Mientras en otros países los responsables de las quiebras de los bancos eran desacreditados y en muchos casos se les exigían responsabilidades penales,
Bernard Madoff
en el viejo reino todo se ocultaba y disimulaba, siguiendo los gestores ineptos y corruptos en los puestos de dirección de las empresas que habían hecho quebrar, pues en muchos casos eran políticos destinados por los partidos a tales menesteres, a fin de obtener financiación para sus partidos de la manera más simple: la Caja XXX concedía un préstamo al partido YYY, condonándole el crédito a su vencimiento, o, con más disimulo, prorrogando sin límite el pago de la deuda.
Caja Castilla la Mancha
De forma que el viejo reino sufrió más que ningún otro del orbe la crisis, pues para unos era puramente financiera, mientras que allí era crisis financiera y de la economía real.
La quiebra financiera de las familias se tornó inminente y millares de familias perdieron sus viviendas al no poder hacer frente al pago de sus hipotecas. Millares de personas, agotado el subsidio de paro y consumidos sus ahorros, se veían abocadas a acudir en busca de ayudas a organizaciones de caridad.
Un profundo malestar se apoderó de la sociedad, pero aún continuaba adormecida por una prensa adicta, y en muchos casos dependiente del poder. Los sindicatos, apesebrados y bien pagados, salían en defensa del desgobierno y culpaban de la crisis al lucero del alba, al maestro armero y a la guerra de Irak.
Magnífico post y magnífico retrato del proceso de degeneración que en estos seis años nos ha llevado a estar en la situación en que nos encontramos.
ResponderEliminarY es que el problema de este país se llama Zapatero.
Y cuando alguien es el problema, nunca puede ser parte de la solución.
Es imposible encontrar un resquicio para la esperanza mientras continúe este Gobierno.
Lo más patético es esta irrupción del Rey nvocando el consenso, los grandes acuerdos, los pactos de Estado. No lo hizo cuando Zapatero se embarcó en las reformas estatutarias, ni abrió la regia boca con el Estatuto catalán que pone en cuestión la unidad de España, el concepto de Nación y que aún espera sentencia del Constitucional después de tres años.
Guardó un silencio ominoso con la ley de la Memoria Histórica y el revisionismo cainita del franquismo del que él es heredero directo. Calló con el Pacto del Tinell que suponía nada más y nada menos que la marginación y exclusión del PP de cualquier tipo de acuerdo político.
No dijo nada cuando Zapatero se embarcó en la negociación/claudicación ante ETA, cuando se vilipendiaba y atacaba a las víctimas. Al contrario, respaldó al Iluminado monclovita con un "había que intentarlo".
Pactar con Zapatero a estas alturas,cuando el propio Presidente anuncia que no habrá ninguna nueva medida salvo las ya repetidas hasta la saciedad,seria una temeridad.
Lo que pretende Zapatero no es otra cosa que diluir responsabilidades: una soga al cuello de cada socio que se sume al esperpento.
Natalia:
ResponderEliminarSi esto fuera un examen, en una escala de 1 a 10, tú merecerías un 20.
Ya me gustaría a mí tener una mente tan preclara como la tuya, y sobre todo tu capacidad de análisis y crítica para poder exponer con tal precisión, concisión y claridad las ideas que bullen en mi cerebro. Los increíbles post que publicas en tu blog (los de tus colaboradores son muy buenos también)y tus siempre acertados comentarios a los desvaríos que yo publico (agradezco infinito tus inmerecidos elogios)te convierten en todo un referente intelectual y político para mí. Con unos pocos cerebros como el tuyo, España navegaría en otra dirección y arribaría a mejores puertos sin duda.
La actuación del rey no me parece patética, sino repugnante, pues interviene para salvar a su amiguete, no en beneficio de la Nación.
Gracias por tus cumplidos,absolutamente inmerecidos.
ResponderEliminarUn beso.