lunes, 29 de marzo de 2010

Un sábado con los amigos.

Sábado 27/03/2010.
El Aspirante se despierta, mira el reloj y descubre lo temprano de la hora, así que acto se seguido se revuelve en el lecho, cambia de postura y procura en vano conciliar nuevamente el sueño. Pero el malvado Morfeo no recompensa sus esfuerzos, así que poco a poco Aspirante se va despejando y abre los ojos definitivamente.
Su querida esposa le pone en antecedentes de las obligaciones domésticas con las que deben cumplir durante esa mañana, y ciertamente ninguna es placentera, así que alguna artera maniobra habrá que realizar para distraer la atención de tales quehaceres y dedicar el día a más amenas actividades, aunque le tengan alejado del teclado.
-Pues mira, que estaba yo cavilando, que con el buen día que hace, en lugar de encerrarnos en casa, nos podíamos acercar a Segovia, que hace mucho que no la visitamos, y de paso degustamos algunas de las ricas viandas que allí se ofrecen al visitante, y para ayudar a la digestión un largo paseo por sus estrechas callejas y bellos rincones, que además de sosegar nuestro espíritu será mano de santo para quemar las calorías que nos aporte el rico condumio.
-Bien decís, esposo mío, que sería pecado no disfrutar de este primaveral día, y la idea de disfrutar de una visita a tan noble ciudad castellana me satisface en grado sumo.

Así que, ataviados con ropas de viaje, prestos subimos a nuestro carruaje y emprendimos camino con el corazón alegre, dispuestos a deleitarnos con un buen asado, un buen caldo que lo regase y una fatigosa caminata que nos librara de las grasas consumidas.

En llegando a la capital me acordé de Biciatleta, pues un grupo de descerebrados, cabalgando sobre unas extrañas máquinas provistas de dos ruedas estorbaban el camino y hube de sortearlos con extremo cuidado y mucha habilidad. No sé yo qué extraño placer hallan los humanos en someterse de forma voluntaria a tales fatigas, mas, como dijo el sabio, hay gente pa tó.
Pasadas las 13.35 horas, detuve mi carruaje cerca de la Plaza del Azoguejo, mundialmente famosa por hallarse allí el afamado acueducto segoviano y en cuyas proximidades se amontonan las tabernas, figones, mesones, posadas y lugares de reposo para el fatigado viajero.

Así las cosas, procedimos a estudiar detenidamente la oferta gastronómica de los establecimientos que nos abrían sus puertas, uno tras otro, en abigarrada compañía.
Ante tal oferta no tuve más remedio que acordarme del Sr. de Valero, que no ha muchas fechas nos narraba sus aventuras para encontrar un lugar donde yantar en un Madrid agosteño. En la comparanza mi querido Madrid salía perdiendo.
Por fin acudimos al reclamo de un mesón llamado "el Cordero", de cuya cocina salían unos efluvios aromáticos que llamaron nuestra atención.
Nos acomodó el mesonero y puso a nuestro servicio a una muy digna moza, que procuró con diligencia saciar nuestros apetitos, procurándonos una sopa castellana y unos judiones de la granja dignos de elogio, aunque no se les pueda calificar de soberbios. Como plato fuerte escogimos unos asados de cordero y cochinillo, afamados platos de la cocina castellana. Generosas raciones y asados en su punto, aunque no pudo menos que llamarme la atención la ausencia de guarnición con el asado, extraña costumbre de la casa. Todo ello se regó con media botella de tinto procedente de Uclés, de la variedad tempranillo. Sabor agradable y buen aroma, pero no haré mayores juicios del caldo, que en esa materia soy lego y no puedo dar consejos.
La leche frita que como postre regaló nuestro paladar mereció nuestros aplausos y un buen café dio por concluido el ágape.
Iniciamos nuestro recorrido por la calle de Isabel la Católica, popularmente conocida como calle Real,

distrayendo nuestras miradas en algún comercio, en uno de los cuales no tuve más opciones que acordarme de Isra, pues en su escaparate destacaba un pequeño volumen adornado en su cubierta con la efigie de Elvis, en una imagen similar a la que preside su blog.
Metros más adelante,  al pretender entrar en la parroquia del

Corpus Christi, recordé a Natalia. En la puerta del recinto un cartelito informaba que siglos atrás el recinto había sido la sinagoga de la ciudad y recordé la bandera de Israel que adorna su blog.
Prosiguiendo camino llegamos a la Catedral, encontrando un cartel que informaba de los horarios de apertura y el precio de la visita, lo que nuevamente me hizo recordar al Sr. de Valero con afecto y a cierta luminosa guerrera que se empeña en negar lo evidente (recuerdo sin afecto).

LLegados al soberbio Alcázar, me dediqué a admirar las alturas sobre las que se yergue. Alturas desde las cuales me gustaría poder arrojar las autonosuyas para que yacieran despeñadas a los pies del castillo que fue Academia de Artillería. Otra posibilidad que se abrió ante mis ojos fue la de atarlas a las bocas de los cañones y abrir fuego, pero recordé el amor que siente Charneguet por la Srta. Guillotine y me pregunté si no sería menos enojoso entregarlas al amororso abrazo de la dama francesa. Finalmente me decanté por ceder a los deseos de Charne, que siempre me sirve de inspiración.
De allí partimos hacia el museo de la ciudad, situado en la muralla en un rincón lleno de encanto, pero demasiado escondido. Es un museo pequeño y recoleto, y no diré que de visita obligada, pero merece la pena el esfuerzo. Allí me encontré con el recuerdo del Sr. Tellagorri, quien, de haber estado allí, me hubiera ilustrado sobre los méritos de los lienzos  allí expuestos, que mi sensibilidad para el arte pictórica se halla ciertamente embotada.

Fue cayendo la tarde y el prolongado paseo hizo mella en nuestras fuerzas, por lo que nos encaminamos al carruaje para emprender el camino de regreso, que hicimos venturosos y felices.
Caprichosa como todas, de lo contrario no sería mujer, la esposa del Aspirante tuvo el capricho de prolongar la jornada degustando una copa de licor en alguno de los muchos locales que dedicados al ocio abarrotan Madrid. Me pidió con insistencia que encamináramos nuestros pasos a cierto local que visitábamos allá en nuestra soltería y del que guardaba gratos recuerdos, y allá que nos fuimos.
Inmediatamente deseé tener en mi poder alguna herramienta con la que recoger gráfico testimonio y ofrecérselo al blog del Bwana, pues el espectáculo era digno de ser allí expuesto.

Y es que el el local se hallaba lleno de gentes  bien entradas en años que bailaban amorosamente entrelazados sus cuerpos. Nada anormal dirán vuesas mercedes, pero lo que resultaba verdaderamente sorprendente era los arrumacos y caricias que sin el menor pudor  ni disimulo se dedicaban mutuamente, que a la vista de todos las manos de los amantes recorrían pechos y nalgas como si estuvieran en la intimidad de sus aposentos, que aquello más parecía una orgía en el geriátrico que un salón de baile.
El Aspirante y su esposa observaban el espectáculo casi porno incrédulos, asombrados y divertidos.
Desde luego no era ése el recuerdo que teníamos del local, así que apuramos las libaciones prestamente y seguimos en busca de aventuras nocturnas.
LLegamos entonces a un local moderno donde se apiñaba una pequeña multitud de gente joven y no tan joven, logrando dar con nuestros huesos en un mullido y cómodo sofá, donde nos dedicamos a recordar con melancolía nuestra no tan lejana juventud.
Al pagar 9 euros por un gin-tónic y 5 por una cerveza, me acordé por último de Javier Pol (no por ser el último con menos aprecio) con quien hace poco tratábamos el origen y causas de la moda del botellón, haciendo alusión al excesivo precio de los locales de ocio el  que esto escribe, contestando él que hay locales en que los precios son moderados. No se lo discutiré, pero le aseguro que el local del que hablo no es de los de "moda" en Madrid, y la ginebra que solicité me fuese servida no es ni de lejos de las más caras del mercado.

Acabadas las copas, decidimos retirarnos a nuestros aposentos para  obsquiarnos con un más que merecido descanso tras las fatigas de la jornada segoviana, por cuyas calles me acompañaron gratamente las blogeras amistades.
Gracias por su compañía. 

10 comentarios:

  1. Estupendo relato, Aspirante, y excelente condumio ( cuando hay preparada mucha comida ) te pegaste en buena compañía. Con un menú así un Tellagorri es capaz de tomar Alcazar sin necesidad de cañones ni tropas.

    Este tipo de relato es muy entretenido cuando está bien contado, lo cual sucede aquí.

    Ahhh tierras de Castilla, cuan anchas y diferentes son entre sí pero qué igualdad conservan sus habitantes en el mantenimiento de la dignidad hidalga.

    Y, ya ves, ese acueducto lo levantaron provisionalmente las legiones para sustir de agua a su campamento, y dura más que todos los puentes y autopistas que se construyen ahora para ser permanentes.

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  2. ¡AAAHHHH!...¡Por Baco!...mi muy querido Aspirante, deleitóme en extermo tu amplia narrativa descrita con gran sapiencia y enjundia por vuestra docta pluma. Pláceme felicitaros de corazón, puesto que vuestro relato, al igual que los de Maese Tellagorri, tienden a transportarme en el tiempo, esta vez rememorando un pasado ágape acaecido en el mismo lugar con mi santa esposa.

    Mas aquel día mi Doña púsose de tiros largos y diole por aposentar su gentil figura en el Mesón de Cándido, con cierto descontento y cabreo por mi parte, puesto que además de un lance con sangre, mi paladar ya habíase deleitado en tal prestigiosa estancia en pasadas jornadas a costa de un descalabro en mi faltriquera que quedóse huérfana de maravedises. Cierto es que en aquella ocasión viajé con todos mis sobrinos, por lo que fueron media docena de ávidas bocas las que pusieron bajo mínimos las reservas de cochinillo del Cándido.

    Aunque en realidad lo que más me satisface de tal insigne mesón, es la parafernalia que se monta el sobrino de Cándido cuando aparece ataviado con su collar de somelier y el plato trinchador del espinazo del cochinillo. Menos mal que cuando fuí con mi Doña, no ocurriome como la vez anterior, que dado el ímpetu que se gasta el sobrino con el plato partiendo en dos al gorrino, para luego estrellar la loza contra el pavimento.

    Y de ahí el lance de sangre al que me referí al principio. En aquella ocasión cuando el mozo trinchó de certero golpe el cochinillo, saltóme una esquirla del plato en la espinilla y jodiome el yantar, puesto que sangrome la pantorrilla cual si fuere un tajo asestado a vil bellaco.

    Tras la opotuna cura saldose la cuenta y fuíme lisiado y cojeando sin apenar degustar bocado, con el único estímulo de una de las mozas del Mesón, que tras curarme la espinilla con hábiles y dulces manos, díjome que para bajar desde el primer piso, nada mejor que apoyarme en ella, tomándola por la cintura. Cosa que en verdad hice con premura cargando la suerte en su bien proporcionado seno, lo que valiome la regañina de una sobrina que me acompañaba, que llamóme fresco, viejo verde y calentón, haciéndome la promesa de que en llegando a la Villa y Corte, iba a ir con el cuento a su tía, o séase, mi Doña.

    Me agradaría proseguir con el resto de aquel inolvidable viaje, mas ya son cerca de cinco de la madrugada y los gallos están prestos a echar el cante. Corto y cierro pues por ahora mi relato para acudir de puntillas a mis aposentos, desvestirme, y tras efectuar la reglamentaria micción, sacudírmela con vigor cuidando de no dejar restos acuosos en la taza. No sea que por un casual, el despertar del nuevo día sea con bronca y pendencia por parte de mi Doña, que en despertándome vociferando, pregone a los cuatro vientos que soy un guarro.
    Dios me valga.

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  3. Leyendo algo así apetece salir a darse un paseito por Castilla vive dios. Todavía me estoy deleitando con los diferentes platos. Que curioso, Elvis en la profunda Castilla, que grande es.

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  4. Escaparse a Segovia era siempre una tentación. Indistintamente tomábamos la carretera de la Coruña y nos desviábamos por Navacerrada pasando por la Granja. Otras veces lo hacíamos por Colmenar Viejo, el pueblo de mi abuela...Y cuando nos apetecía hacer más kms, tomábamos la ruta de El Molar, con desvio a Miraflores...!Ah, aquel R8!...A veces llegábamos hasta los 130 K/h...Pero lo que más recuerdo de aquellas incursiones de era el robo de jarras, ceniceros y cualquier cacharro que caia en nuestras manos. !Como no ligábamos!...El coche era de Vicentin, el rico de la panda...otras veces era el Seat 1500 de su primo Tomás, también rico, claro. Tener entonces un coche era un lujo. Todavía no habian autovias ni autopistas...Solo el tramo de la carretera de la Coruña hasta Villalba tenia doble sentido. No he vuelto a ir más por aquellos lares. Tu relato me ha devuelto a mis ljanos 18 o 19 años. Aunque dicho sea de paso, tampoco los añoro mucho. Las cosas importantes de mi vida comenzaron a partir de los 23 años tras finalizar la mili.
    Ameno post, Aspirante, y con calidad literaria.

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  5. Sr. Tellagorri:
    Para la toma del Alcázar, hoy en día basta abrir la bolsa y aflojar unas monedas a la guardia desarmada del recinto.
    Tiempos aquellos en que menester era sitiar el castillo y disponer de artilugios guerreros...!
    Por otra parte el acueducto romano se mantiene en pie porque en aquellos tiempos los fondos destinados a la construcción de la obra no se desviaban para el pago de comisiones a los políticos, y lógicamente los materiales podían ser de primera calidad.

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  6. Querido Sr. de Valero:
    Agradezco vuestros halagos, pero vuestra pluma supera con creces mi pobre capacidad literaria, y es con mucho más valioso vuestro comentario que mi relato.
    En casa Cándido me he propuesto yantar en mi próxima visita a la antañona ciudad, pero es el caso que allí cocinan los judiones con oreja y pie de cerdo, no siendo este ingrediente de mi agrado, y yendo con ganas de degustar tal manjar (a lo que invitaba la temperatura del día, no tan benigna como la que dejé en Madrid)me incliné por el mesón del Cordero, donde los aliñan con chorizo, más de mi gusto.
    La lección que extraigo de vuestro relato es que a los sobrinos conviene tenerlos lejos a la hora del yantar, o, en su defecto, hacerlo en mesones de menos fuste y renombre.

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  7. Estimado Elvis:
    La Castilla profunda bien vale una visita con cualquier excusa, excepto la búsqueda de pareja que ya dice el sabio refrán que de Segovia ni la burra ni la novia.
    Cómo no encontrar al más grande, al más universal de los genios en todas partes?

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  8. Apreciado Charneguet:
    Ya va siendo hora que vuelvas por aquellas tierras y las enriquezcas con tu presencia y esparzas por aquellos lares tu sabiduría y bonhomía.
    En mi mocedad las escapadas a otras ciudades las vetaban los padres, e irse a pasar el día a el Escorial era ya toda una aventura.
    Me pasa igual que atí, todo lo interesante de mi vida me aconteció al terminar la mili, pero poco duró lo bueno: que al poco (22 abriles) conocí a mi mujer y hasta hoy, así que correrías con los amigotes pocas, pero interesantes.
    A todos:
    Perdonen que les conteste tan tarde, pero estoy en el turno de noche y me acerco al ordenador un poco tarde.

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  9. Un placer leer tu periplo gastronómico y turístico, y más aún que nos tengas presentes en tus pensamientos.
    Besos.

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  10. Interesnate relato, proclamo. Además un buen abreboca para mi visita mañana a Miraflores, donde me espera un corderito asado y su primo el cochinillo.
    Imagino su desagrado al entrar en el local del aquelarre geriátrico; hay gente que olvida que el tiempo pasa y las arrugas se imponen. Me hubiera gustado ver ése reportaje gráfico.
    Un saludo

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