Volaron las musas.

Tenía hoy ganas de escribir acerca de los últimos temas de actualidad política, como la amañada juerga general que se han corrido PSoe y sindicatos afines a costa de los contribuyentes, el silencio de los corderos o asnos, o borregos, o qué sé yo) del PP respecto a este mismo asunto, la campaña de publicidad gratuita que se ha hecho un tal Tomás Gómez a cuenta de competir con una tal Trini (alias chupa de cuero roja) Rodríguez (de esta última se rumorea que es ministra de Sanidad o cosa por el estilo) por ser el candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, de la mala educación del tal Tomás que no atiende las llamadas de Esperanza Aguirre, de los pactos de ZP con el PNV para continuar destruyendo y arruinando Estepaís, y de otros temas igualmente desagradables  pero las musas han volado y se han ido vaya Ud. a saber dónde.
Seguramente a ciscarse en la puta madre que parió a algún desgraciado que me ha agriado el carácter el día de hoy y que al parecer está hospitalizado por padecer graves quemaduras.
No sé exactamente el alcance de sus heridas, pero seguro que son extremadamente leves en comparación con las que padecería de haber caído en mis manos.
Según escuché en la radio, un cabrón sin escrúpulos ha prendido fuego a su coche con su hijo de 14 meses en su interior, provocando la muerte de la criaturita.

Al parecer esta sabandija, esta mezcla de víbora cornuda, hiena y mofeta, estaba en trance de separación conyugal de la madre del bebé. Lo recogió para llevar a cabo las visitas concertadas, al cabo de un corto tiempo llamó a la madre y la amenazó diciéndole que no volvería a ver a la criatura para acto seguido quemar el vehículo donde había dejado al tierno infante.

Ignoro si las quemaduras que sufre esta rata antropomorfa se deben a su impericia en las lides  incendiarias o son debidas a un arrepentimiento súbito que le impulsaron a tratar de salvar al retoño.
Quisiera pensar que son debidas a este último supuesto, pero mi instinto me dice que se produjeron como consecuencia de su ineptitud incendiaria.
Sólo hay una cosa que me duela más que la muerte del pequeño: que el hijo de puta éste siga vivo.
Si algo me repugna son este tipo de comportamientos alevosos contra criaturas indefensas.
Un adulto siempre tiene una posibilidad de defensa, por mínima que sea: la huida, el contraataque, la súplica, el soborno...
Pero qué puede hacer un bebé de 14 meses, que ni tan siquiera sabe percibir el peligro?
Siempre digo que hay que ser respetuoso de las leyes, de los procedimientos establecidos para impartir justicia, creer en la presunción de inocencia, adoptar las medidas que procedan para evitar que los inocentes sean culpabilizados....
Pero en este tipo de casos mando a paseo todos esos principios y lo que me pide el cuerpo es quedarme un rato a solas con el autor de la felonía, más que nada para leerle sus derechos: ser pasto para los buitres o abono para la tierra, que escoja el interesado, no vaya a decir que no respeto su última voluntad.
Hoy puede ser un gran día. Verás cómo viene alguien y lo jode.
Pues eso, que no falla.
Y por si fuera poco, esto es más repugnante que la sórdida política estepaisoleña.