miércoles, 25 de noviembre de 2009

Alguien nos toma el pelo

Ayer, tras una dura jornada laboral, llegué a casa y puse el televisor. No recuerdo qué cadena retransmitía en ese momento el noticiario, y en ese momento el presentador del programa ofrecía un dato estadístico: cada españolito (o residente, que en este caso es lo mismo) gasta mensualmente 122 euros en alimentación, esto es, 5 euros más al mes que el año pasado. Dicho de esta forma, parece un dato absolutamente baladí.
Pero, siempre hay un pero, desde hace meses nos vienen informando que la evolución de la inflacción y del IPC es negativa, lo que debiera significar que los precios están bajando.



Todos los medios de comunicación nos insisten que debido a la crisis los consumidores nos decantamos por productos más económicos y de marca blanca cuando acudimos a hacer la compra. Las grandes cadenas de distribución alimentaria nos asedian con la publicidad de sus supuestas ofertas, de sus bajadas de precios, en definitiva: de su inestimable contribución a la lucha contra la crisis, de su generosa ayuda para que lleguemos a fin de mes con un poco de desahogo y su desprendida búsqueda de nuestra felicidad.




El que esto escribe, ya lo sabéis de sobra, no es sabio (sólo soy Aspirante), pero tampoco me considero un lerdo. Por mucho que se empeñaran los datos macroeconómicos que nos servían las terminales mediáticas del Gran Hermano, mis pequeñas cuentas domésticas no fallan. Yo voy al "súper" y cada vez pago más y traigo menos. Voy al "súper" y veo grandes reclamos publicitarios donde se repiten machaconamente las palabras mágicas: "OFERTA" "DESCUENTO", "GANGA" y cuantos sinónimos se os ocurran, a ellos me dirijo, cargo mi carro con esos productos y al pagar la cuenta la misma escena se repite, una y otra vez: mi carro contiene los mismos productos y  la cuenta es más elevada que en la compra anterior. Empiezan a aparecer en la factura conceptos hasta ahora desconocidos, tales como bolsas, el saludo de la cajera, o el precio de la consulta al encargado de la sección de charcutería. Mi experiencia cotidiana contradecía lo que nos transmitían los medios, pero pudiera ser que mi idiocia me impidiera ver lo que todo el mundo percibía, o mi estupidez congénita me impidiese realizar una compra inteligente y aprovecharme de las ofertas y descuentos (la duda metódica siempre ha de guiar nuestra búsqueda).  Hasta la aparición del dato que os comento al inicio de esta entrada.
Por favor, os lo ruego, que alguien más docto me lo explique: cómo es posible que si los precios bajan gastemos más en el mismo concepto? Será que debido al incremento del número de parados, éstos pasan más tiempo en casa, se aburren y comen más? Los parados son los culpables de este dato, pues al salir a buscar trabajo consumen más calorías y necesitan mayor consumo de alimentos para reponer fuerzas, el gasto se dispara y las estadísticas salen como salen...
Por supuesto, la luz se abrió paso en mis cortas entendederas: alguien nos está tomando el pelo y nos cree imbéciles (pienso que muy acertadamente, en la mayoría de las ocasiones). Nos ofrecen estadísticas a diestro y siniestro (más falsas que un euro de madera) para demostrarnos que vivimos en un mundo feliz (si Huxley levantara la cabeza...) y si nuestra experiencia contradice lo que nos relatan, la conclusión es obvia: somos unos menguados incapaces de apreciar la realidad. Carecemos de habilidad para aprovecharnos de todas las ventajas que nos ofrecen, somos unos derrochones que dilapidamos nuestros millonarios salarios. Pero, ante todo y sobre todo somos unos desagradecidos que no sabemos apreciar los desvelos que padecen, a causa de nuestra estupidez, los autores de las estadísticas, los expertos en marketing de las grandes cadenas de distribución, los medios y sobre todo, el Grande, el Único, el Salvador, el Desfacedor de Entuertos más grande que vieron los siglos: ZP EL MAGÍFICO!

1 comentario:

  1. Hola Fermín, te has desahogado eh?...
    He de decirte que en gran parte de lo que comentas estoy muy de acuerdo contigo, pero cierta ironía final no la comparto...
    Salvando la disparidad de criterios, es un placer leerte. Por favor continua ilustrándome.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar