Mentiras (y gordas)

Hemos tenido noticia estos días de que unos cuantos presos etarras están obteniendo beneficios penitenciarios que para sí quisieran muchos ladronzuelos de tres al cuarto.

Estos criminales, que se hospedan a cargo del erario público en una de las prisiones de Su Majestad, concretamente en la situada en la localidad de Nanclares de Oca, purgan sus penas tras una larga y terrible (los nacionalistas vascos dirían que provechosa  y fructífera) carrera criminal, y todos ellos han cometido varios asesinatos, ascendiendo sus penas a cientos de años, de los que han cumplido una mínima parte.
Los privilegios concedidos a estos canallas consisten en permisos penitenciarios de hasta 36 días al año y la posibilidad de salir de la prisión todos los días para estudiar o trabajar.
Con cinco millones de parados en Estepaís ya sería raro que fuesen estos sanguinarios criminales los que encontrasen empleo, pero sabiendo lo que se cuece en el País Vasco nada me extrañaría que obtuviesen algún empleo en cualquier ayuntamiento, o en alguna empresa propiedad de alguno de sus correligionarios.
Si salen para estudiar, a la vista de lo acontecido anteriormente, a buen seguro que en la UPV obtendrán fácil acomodo en sus aulas, y en poco tiempo culminarán sus estudios con calificaciones suma cum laude. De ahí a obtener una cátedra sólo hay un paso.
Tiempo al tiempo.
Para la concesión de tales privilegios argumenta el ministro RuGALcaba que es una maniobra para dividir a los presos etarras y promover su desafección de la banda.

El otro día, sin sonrojarse ni pestañear, para mi pasmo y asombro, declaró que estos viles sujetos no eran etarras, y se quedó tan satisfecho.
Adujo para hacer tal declaración, que todos ellos han manifestado su arrepentimiento por los crímenes cometidos, que han pedido perdón a sus víctimas y que están pagando a éstas las indemnizaciones que en su día les impusieron los tribunales.
Nada dijo de que estuviesen colaborando con las fuerzas de seguridad para acabar con el resto de la banda, pero eso para RuGALcaba es pecata minuta.
El escándalo estaba servido, puesto que 24 horas más tarde la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo declaraba que se había puesto en contacto con las víctimas causadas por este grupo de indeseables y ninguna de ellas había recibido ni de palabra ni por escrito una solicitud de perdón, o una muestra del supuesto arrepentimiento de sus victimarios.
Para qué hablar de haber cobrado en todo o en parte la indemnización que les concedieron los tribunales por las heridas recibidas, los daños causados o la muerte de un familiar.
Por si todo esto fuera poco, tres de los agraciados con el gordo de la singular lotería rugalcabiana, siguen perteneciendo al colectivo de presos etarras, organización que sirve para aglutinar a los presos de la banda asó como para satisfacer sus necesidades económicas e ideológicas y mantenerlos en contacto con sus bienamados dirigentes.
En definitiva, que RuGALcaba nos ha vuelto a mentir una vez más (y van cuántas?). Pero qué podemos esperar de alguien que miente como respira, que es incompatible con la verdad.
Estepaís no se merece un gobierno que mienta, recuerden el 13-M.
Con ser muy grave el caso, lo que a mí me parece más grave y escandaloso es el ominoso silencio del que hace gala la prensa respecto a estos hechos.
En cualquier país civilizado los editoriales exigirían la inmediata dimisión de RuGALcaba y de todo su equipo, así como la de los miembros del PP que han apoyado esta malhadada decisión, pero en Estepaís nadie dice nada.
Nos hemos acostumbrado de tal forma a la mentira, al engaño y la manipulación que ya nada nos produce asombro ni rechazo, que ya nada causa nuestra indignación ni nos hace movilizarnos contra estas escandalosas situaciones y aquellos que las promueven.
Aquí a los más que aspiramos es a una paella requemada en el chiringuito playero y que la cerveza no esté muy caliente.
Y es que el que no se contenta es porque no quiere.