Putas, infartos y terroristas.

Desde hace siglos predicadores de diferentes creencias religiosas nos quieren hacer creer varias cosas.
La primera es que su fe es la única verdadera.
La segunda es que la práctica de su fe es el único camino para la salvación eterna.
La tercera es que sus prédicas están llenas de amor por la humanidad, sus dioses son indulgentes con los "pecadores", y, resumiendo, son mensajeros de la paz, la bondad, y otras cualidades que debieran residir en el corazón y el cerebro de los hombres.
Mas nos encontramos con una tozuda realidad: en nombre de "Dios" (sea cual sea el nombre que adopte), y de su supuesto mensaje de paz y amor, se ha matado desde hace miles de años en todos los rincones del planeta Tierra, y por las excusas más peregrinas: guerras de religión, brujería, herejía, pecado, apostasía...
Cualquier excusa ha sido válida para eliminar a un semejante que no se sometía a la estricta disciplina marcada  por el líder espiritual de turno, de cuya infalibilidad no es posible dudar, bajo pena de atroces castigos.
Pero de verdad son las religiones, "fábricas" de amor, paz y buenos deseos, o por el contrario engendran auténticos monstruos que se creen  portadores de la verdad absoluta y absolutista?
Dña. Carla Bruni de Sarkozy

es la bella y joven esposa del Presidente de la República de Francia, D. Nicolás Sarkozy. Sarko para los amigos.

La dama en cuestión, antes de ser la esposa de Monsieur le President, había ejercido la profesión de modelo y hasta grabado algún disco, aunque según tengo entendido sus virtudes como intérprete musical no fueran muchas.
Pero al tema, que ya me desvío.
Recientemente un tribunal islámico iraní ha condenado a muerte (mediante lapidación) a una mujer al encontrarla culpable de adulterio, gravísimo delito según la sharía, es decir, según el código penal religioso impuesto por Alá.
El gravísimo delito cometido por esta mujer allí merece la muerte. En cualquier país civilizado no es delito, y si acaso merece algún comentario malicioso a espaldas del marido engañado.
El caso es que Dña. Carla ha osado manifestarse en contra de tal condena, por lo que un periódico iraní, portavoz oficioso de los ayatollas, ha tenido a bien calificar de "prostituta" y "puta francesa" a la damisela. Todo un alarde de respeto por las opiniones ajenas y la libertad de expresión.
La diplomacia francesa no ha tardado en pedir explicaciones por estas ofensivas expresiones, y los mandatarios iraníes se han justificado diciendo que no apoyaban tales calificativos, pero sin obligar a rectificar al autor de los mismos (pensar que en Irán alguien escribe en un periódico libremente bajo su exclusiva responsabilidad es pensar que los camellos dan jamones de bellota).
Haríamos bien en recordar que el ayatollah Jomeini (fundador de la república islámica) se refugió en París cuando tuvo que abandonar Irán en vida del Shah Reza Palevi. 
Agradecimiento se llama esta figura.
Continuamos con el Sr. Sarkozy, quien en uso de la autoridad que le confiere su cargo, ha ordenado la expulsión de territorio galo de gitanos rumanos y búlgaros que al parecer no contaban con acreditados medios legales de subsistencia,

procurándose fondos con profesiones "alternativas" como la mendicidad, el trapicheo con drogas, los pequeños hurtos, el uso desmedido de la asistencia social, etc., todo ello sin pasar por Hacienda ni cotizar a la Seguridad Social, lo que ha provocado el hartazgo de la sociedad y de la gendarmería.
Estas expulsiones han provocado la respuesta de un sacerdote que atiende al nombre de Arhur, afincado en la ciudad de Lille y muy acostumbrado a "trabajar" con los gitanos. La respuesta de este santo varón ha sido elevar sus oraciones al Altísimo con el fin de que el Presidente sufriera una "crisis cardíaca", es decir, deseándole la muerte al mandatario. Posteriormente ha matizado sus declaraciones, afirmando que había querido decir que lo que deseaba es que Dios hablase directamente al corazón de Sarko y le hiciese cambiar su decisión.
(Rectificación o este es otro que nos toma por tontos?)
Quedándonos en el suelo patrio (si es que no lo han expropiado todavía los de la Unión Europea para cobrarse los créditos pendientes), hemos tenido el "ejemplo" de los jesuitas de Loyola que han amparado etarras, sacerdotes que han cobrado rescates de secuestros, que han facilitado la fuga de asesinos, etc. 
Las manifestaciones del obispo Setién declarando que Dios no obligaba a amar por igual a todos los hijos de la Iglesia son dignas de aparecer en una antología de canalladas e hijoputeces.
Las maniobras del obispo Uriarte durante la falsa tregua de Eta durante el aznarato, le hacen candidato a ser uno de los sujetos más réprobos de la moderna historia estepaisoleña.
Un tal obispo Gaillot, preterido por el Vaticano hace unos años, mas no por ello expulsado  de la iglesia y desprovisto de su cargo, debido a su indisciplina, se descuelga manifestándose apenado por las penurias que pasan los etarras encarcelados y el dolor de sus familiares que se ven obligados a visitarles en lejanas cárceles, en lugar de disfrutar de su compañía en el domicilio familiar.
De los asesinados, mutilados, heridos y de sus apenadas y destrozadas familias, nada ha dicho. Sin duda un lamentable ataque de amnesia.


A la vista de estos mensajes, proferidos por profesionales de la fe y la predicación, presuntos transmisores de mensajes de paz, amor y bondad, representantes cualificados de sus creencias, que en ningún caso han sido expulsados de la disciplina correspondiente, yo me pregunto si la religión es portadora de valores nobles y dignos de alabanza, o por el contrario crea un mundo fanatizado, intolerante, lleno de odio por el que piensa diferente, o más sencillamente, no es adepto a la causa.
Un placebo para almas cándidas que sueñan con conseguir la vida eterna  a cambio de oraciones, penitencias, diezmos, procesiones, ramadanes, viajes a la Meca....


Sólo nos queda un consuelo: el Colegio Cardenalicio de la Iglesia de la Ilustración, cuyos miembros llaman al pan, pan, al vino, vino y a los cabrones de toda la vida, pues eso, cabrones.