jueves, 7 de enero de 2010

Erase que se era 3

Y así vino a ocurrir que un grupo de militares








se alzó en armas contra un gobierno genocida que asesinaba a los opositores. Tras tres años de dura contienda (tras la huida de los dirigentes socialistas y comunistas con grandes riquezas expoliadas a sus legítimos propietarios, el oro del banco nacional fue enviado a una potencia extranjera, etc....).








 vencieron la guerra los alzados, fervientes anticomunistas, motivo por el que el naciente régimen no contó con el beneplácito de los gobernantes de otras potencias, viéndose aislados y sufriendo grandes penurias todo el pueblo.
Pero este pueblo indómito supo superar las dificultades con esfuerzo y entrega simpar, y comenzó nuevamente a trabajar los campos, a levantar sus industrias y a abrir las puertas de sus comercios. Con el paso de los años las naciones extranjeras aceptaron el régimen surgido de la guerra y abrieron sus puertas a sus políticos, diplomáticos y comerciantes, desarrollándose la industria y el comercio, dejando atrás la vieja nación su pobreza y atraso históricos. La guerra se iba olvidando, los viejos rencores de la contienda se arrinconaron y el pueblo se preocupaba de mejorar sus condiciones de vida, de la educación de sus vástagos y de ampliar sus haciendas.
El general que gobernaba la nación decidió que sus sucesor fuera un descendiente del rey que abandonó su trono precipitadamente, un nieto del mismo,



con el fin de devolver la monarquía al viejo reino, mientras el padre del futuro rey



conspiraba con políticos de los partidos perdedores de la guerra, influyendo ante otros gobiernos para perjudicar al general, aunque el auténtico perjudicado fuese el pueblo.
El inexorable paso del tiempo acabó con la vida del anciano general, siendo amargamente llorado



 por su pueblo, y el joven rey asumió la jefatura del estado, animando un cambio de régimen. Con inmensa fe en la supuesta sabiduría del monarca, la ciudadanía votó las leyes de reforma política y se legalizaron los partidos políticos socialistas y comunistas que quisieron destruir la nación en los viejos tiempos de la república, e hicieron una nueva constitución que dividió el estado en autonomías, con el objetivo declarado de satisfacer a los políticos secesionistas.
Años antes en región del norte había nacido un grupo terrorista,





apoyado por los nacionalistas y comunistas, la iglesia local



 y potencias extranjeras de regímenes totalitarios.
Esta banda terrorista hacía correr la sangre de los inocentes en abundancia,












presionando paras conseguir sus objetivos secesionistas. Los más directos colaboradores






 del fallecido general, por cobardía, por ambición personal u otros oscuros motivos, traicionaron su memoria, abdicaron de sus principios y se sumaron con entusiasmo propio de conversos a la destrucción de la nación.

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